Muchos de vosotros habéis leído por obligación Rebeldes.
Al principio habrá sido un libro más, sin embargo, seguro que al avanzar en su lectura habéis ido cambiando de opinión. Ponyboy con sus 14 años se convierte en alguien cercano, en casi un amigo. La pandilla, la amistad, la familia, los estudios, los sueños, la falta de perspectiva laboral…, son temas que nos resultan cercanos, ¿verdad? Si a esto unimos que está escrito en primera persona resulta casi el relato de una confidencia, es como si nos eligiera a cada uno para abrir su corazón. Fijaos, la novela se publicó en 1967 cuando su autora contaba con 16 añitos.
¿Os habéis preguntado cómo es quien dio vida a los personajes?
Susan Hinton es la creadora de Rebeldes. El éxito de la publicación fue inmediato, enseguida se tradujo a varias lenguas y al año de su publicación fue seleccionado por el New York Herald Tribune como “El mejor libro dirigido a jóvenes y libreros“, consiguió vender más de 9 millones de ejemplares ese mismo año. La siguiente novela, La ley de la calle, con una temática muy similar, también cosechó un gran éxito de ventas. Ambas novelas fueron llevadas al cine por el director Francis Ford Coppola, con él tomaron cuerpo Ponyboy, Darry, Soda, Johnny, Cherry…
Parece que, siguiendo el rastro literario de otro escritor estadounidense, Hemingway, se vino a España con su marido. Se instaló en el sur donde compraron un terreno. Allí disfrutaron de la naturaleza y del ambiente hasta que su marido consiguió una plaza de profesor en el estado de California y regresaron a los Estados Unidos.
Ahora, relee las primeras páginas y saborea otra vez su historia…
“Cuando salí a la brillante luz del sol desde la oscuridad del cine tenía solo dos cosas en la cabeza: Paul Newman y volver a casa. Deseaba parecerme a Paul Newman- él tiene pinta de duro y yo no-, aunque imagino que mi propio aspecto no es demasiado desastroso. Tengo el pelo castaño claro, casi rojo y ojos gris verdosos. Ojalá fueran más grises, pues me caen mal los tíos de ojos verdes, pero he de contentarme con los que tengo. Llevo el pelo más largo que muchos otros chicos, recto por atrás y largo en la frente y por los lados, pero soy un greaser, y por el barrio casi nadie se toma la molestia de cortarse el pelo. Además, me queda mejor el pelo largo.
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